Coordinación: Dra. Monica Sonia Chacoma; Dra. Olga Liliana Sulca; Prof. Nayra Cachambi y Dra. Elisa Sulca.
Fundamentación: El propósito de esta mesa es poner en tensión y reflexionar sobre la relación: “recorridos personales/colectivos, comunitarios/societales de los/as indígenas” en territorios de la Educación Superior y de Ciencias. Consideramos que hacer éste ejercicio desde una metodología transversal es profundamente conmovedor y esperanzador, ya que implica un encuentro interterritorial, relocalizando y justo que arropa las existencias indígenas, históricamente desvestida por las Ciencias.
Los discursos que narraron al indígena en Argentina, históricamente han lesionado sus corporeidades y sus subjetividades sosteniendo la construcción semántica de “un ellos” y “un nosotros” indígena y no indígena. Esto permitió “una ontologización en términos binarios” (Figari, 2009, p. 131), expresándose a través del racismo, violencia, discriminación, caricaturización o romantización del Ser indígena; situación variable según el tipo de Estados emergentes y la soberanía nacional que, desde éstos, se buscaba existiera. Situación esta que llevó, hasta hoy, a ocultar, callar y “exorcizar las marcas fenotípicas indígenas” (Escolar, 2007 p.24) por miedo a experienciar y experienciarse como indígena en el marco de las experiencias traumáticas[1] del recuerdo como sobreviviente de un etnocidio, pues todavía hoy
“En el contexto de la modernidad reciente el anudamiento traumático entre memoria y olvido no puede ser resuelto mientras no sea reconocida la magnitud de lo perdido y destruido, condición básica para el reconocimiento de lo que aún sigue vivo al interior del sujeto. De aquí que el espacio intersubjetivo se constituye en el lugar donde el acto de recordar adquiere una connotación que siempre está abierta a nuevas significaciones” (Groppo, 2003; Kovalskys & Lira, 1996; Piper, 1999 en Kovalskys, 2006 p. 13).
[1] El uso de la categoría trauma no es psicoanalítica sino socio-antropológica, ya que “la noción de “trauma” ha recorrido mucho camino durante las últimas décadas, a lo largo del cual las hipótesis del modelo freudiano han sido reformuladas críticamente. Definido primero como una patología psicológica preponderantemente individual (en el marco de un paradigma occidental de valores considerados universales), pasó a ser considerado como fenómeno cultural fuertemente insertado en formas estructurales de violencia política o social (étnica, de género etc.), y por esto requiere un enfoque pluralista e interdisciplinario” (Logie, L., 2020 p.12, 13).